sábado, 30 de junio de 2018

EJERCIENDO EL PODER DE DECIDIR






Dios nos ha dado libre albedrío, es decir la posibilidad de elegir, decidir en nuestra vida. Muchas veces nos cuesta tomar una decisión, cuando vamos a un restaurante hay personas que les delegan a otros la elección de su plato, para citar un ejemplo.

Es parte de nuestra seguridad de ser nosotros mismos. Durante 16 años tuve a mi abuela materna, y pude compartir muchas cosas con ella, sin embargo la gran lección que me dejó fue darme cuenta de que podía decir “NO”, y la anécdota es la siguiente:
Tenía unas amistades de cierta religión que me habían invitado a una reunión un día domingo en la tarde, les había dicho que si pero internamente mi voz interior no tenía ganas de asistir; ellos habían quedado en pasar por mi. Mientras me vestía con toda la flojera del mundo, me asomé al patio y allí estaba mi abuela… con mi cara fungida hice el comentario “me invitaron pero no quiero ir”. Ella en un tono un poco agrío me dijo algo más o menos así: “Muchacha ¿y para qué tienes boca? Di que no y punto”. Cuando tocaron a mi puerta, salí y les dije que no los acompañaría, ellos insistieron, inclusive fueron dos veces a buscarme, y mi respuesta fue un NO rotundo.

Eso me hizo sentir genial, bien conmigo misma, porque había dicho que NO, pues eso era lo que decía mi alma. Tomé una decisión simple pero que me había dejado en paz conmigo misma, en vez de tratar de complacer a otros. Fue un incidente cotidiano que se convirtió en trascendental pues marcó mi vida, y se convirtió en una de las enseñanzas más importantes que mi abuela me dejó. Así que cada vez que me toca decidir, o tal vez decir “NO” recuerdo a Emilia diciéndome ¿y para qué tienes boca?

En realidad cuántas veces cedemos nuestro poder para que otros tomen decisiones por nosotros, o decidimos tratando de complacer a los demás sacrificando nuestra propia voz interior, nuestro sentir, nuestra esencia. Bueno si usted hace esto constantemente, es su vida y se le respeta, no obstante para mí el poder de decidir, el libre albedrío es sinónimo de libertad, y eso es agradable experimentarlo.

Hace mucho escuché una anécdota en televisión, de Carlos Fraga excelente motivador venezolano, él comentaba que en otro país latinoamericano existía una fundación que va a los hospitales a maquillar, afeitar y peinar a los pacientes enfermos de cáncer. Y que un día a una de las responsables que estaba iniciando  su labor se le acercó una enfermera, para indicarle por favor no molestara a la paciente que se encontraba al final del pasillo, porque ya estaba grave, quizás en sus últimas horas de vida.

La maquilladora se dedicó a otros pacientes, cuando de repente escuchó que la llamaban y se percató que era la señora que estaba al final de pasillo. Se acercó hasta el sitio y la paciente preguntó: ¿usted es la que maquilla?, quiero que por favor me arregle, me maquille.
Entonces la estilista le dijo  ¿por qué quiere que la maquille?  Respondió: porque toda mi vida permití que otros tomaran decisiones por mí. Hoy el cáncer me da la oportunidad de decidir cómo quiero morir, y quiero morir bonita, ya que siempre fui coqueta y me gustaba arreglarme. La voluntaria la complació, y la señora falleció al día siguiente.

Definitivamente esa anécdota me mueve el corazón, si lee estas líneas quiero instar a la reflexión de aprovechar nuestra vida, es un don de Dios, tiene libre albedrío` utilícelo para bien,  no sabemos si tengamos la oportunidad como esa señora de decidir en último momento, por eso le invito desde  ahora: aproveche y  decida amarse, decida ser feliz, decida bienestar. Disfrute elija lo que le gusta, de ponerse el pantalón del color que le plazca, el labial de su agrado, de decidir comer lo que le apetezca sin importar que lo critiquen.

Esa vida es suya, no la desperdicie, no permita que otros decidan por usted. Decida ser, hacer y tener lo que quiera, lo que nazca  en su corazón. No hay tiempo que perder

Les saluda,

Egleé Yadira Fábrega M.

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