sábado, 8 de agosto de 2015

EL ORGULO



Mucha gente relaciona el orgullo con la estima propia, es decir con su autoestima y valía. Lo cual no es correcto, el orgullo no proviene del amor, sino del ego.

He visto a lo largo de mi vida como el orgullo ha separado a familiares, amistades, destruido relaciones por años y hasta para siempre. Sencillamente por no querer dar su brazo a torcer, porque ellos no “jalan mecate” y no son capaces de analizar una situación que tal vez con una humilde y sencilla disculpa se hubiese solucionado rápida y fácilmente.

Hay personas que creen que ser orgulloso es amor propio y  por una simple discusión, inconveniente o suceso sencillamente pierden algo tan valioso como las relaciones con seres queridos. Lo cual trae como resultado momentos de vida desperdiciados, botados a la basura.

Inclusive relaciones tan importante como entre padres e hijos caen en este juego llamado “Orgullo”, que no es más que jactancia, engreimiento, creerme que no puedo rebajarme y si doy mi  brazo a torcer estoy cediendo y eso daña mi dignidad, porque soy mejor o superior.

Si bien es cierto todos somos iguales, hijos de Dios, nadie es más o menos que otro. También es válido tener dignidad en la vida, pues somos seres maravillosos que merecemos respeto y somos valiosos. Sin embargo antes que nada en nuestro interior está el AMOR de Dios, que para nada se parece al orgullo.

Ahora bien, ¿desde cuándo somos orgullosos?, porque si observamos a los niños ellos juegan y pueden pelear, pero eso se les pasa rapidito y en seguida se reconcilian, no ha pasado nada. Su amistad no se ve afectada. En algún momento de nuestro crecimiento adquirimos esos conceptos errados del ego, como es el orgullo.

Citando palabras del maravilloso Facundo Cabral “El ego confunde a las cosas con su juicio, cree que las cosas son lo que él piensa que son, es más el ego cree que las palabras son las cosas;  el ego no vive, interpreta, es una constante actuación que nunca alcanza a la realidad.”

Por el contrario cuando tenemos amor verdadero en nuestro corazón podemos analizar la situación, y si el problema surgió por un error o un mal proceder nuestro lo más sano es pedir con toda nuestra humildad y sinceridad “Disculpas”. Eso no te rebaja, todo lo contrario hay un dicho que dice” es de sabios recapacitar”. Eres un ser humano capaz de cometer errores, pero también con la capacidad de enmendarlos y mejorar.

¿Y qué sucede si fui el afectado en el incidente? Si la persona te pide disculpas acéptalas, es un hijo de Dios igual que tú, que tal vez tenga alguna cruz en su vida, sé compasivo (a). No apliques el castigo, ni una condena si en realidad sientes que esta persona te habla con sinceridad. Porque tú no eres el Dios Todopoderoso para juzgar. 

Es decir debemos tener un equilibrio en nuestras relaciones humanas, nada cuesta ser flexibles, analizar una situación para salvar, rescatar una relación, una amistad en términos de paz y armonía. Por supuesto siempre y cuando eso no implique permitir abusos que te causen daño, por ejemplo una mujer que tenga tolerancia con un esposo que la maltrata, ya eso es otra cosa.

El orgullo destruye las relaciones, pero la humildad es el antídoto. La vida me ha enseñado a valorar la humildad, la sencillez en las personas; pero también a tenerles tolerancia y aceptarlas con sus virtudes y defectos, porque nadie es perfecto.
 
Les recuerdo que nuestro tiempo de vida es limitado, aprovecha cada día para disfrutar con la gente que quieres, no esperes a que se mueran para recapacitar, llorarle y perdirle disculpas en el cementerio. ¡Cuídate del orgullo!

Para culminar recordamos uno de los mandamientos más hermosos: “'Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Bendiciones,

E.Y.F.M.