Es un
tema sumamente interesante, del cual quería escribir hace algún tiempo, porque
a la gran mayoría nos da curiosidad en algún momento plantearnos la siguiente
pregunta ¿Cuál es mi misión de vida?. Es
algo trascendental para cualquier persona.
Si
buscamos la definición de “misión”, nos indica que es la razón de ser de algo o
alguien, o un trabajo en particular que debe cumplir una persona o grupo.
Entonces cuando decimos “Misión de Vida” es lo que alguien viene a cumplir en
este camino de su existencia, la razón de ser que esté acá con vida.
¿Qué
vine a hacer a este mundo? Hay mucha
gente buscando respuesta a esta pregunta, y acuden a brujos, adivinos,
psicólogos, amigos, etc., para que alguien les diga algo al respecto
Hemos
visto a lo largo de las historia, la misión de los mesías, y también de las
personas que han tenido ideales y han logrado algún aporte significativo en la
evolución de la humanidad tanto a nivel científico, político, artes, etc. Y
muchos dicen “ese hombre estaba destinado para eso” “esa era su misión”.
Bueno
en realidad nada ocurre por casualidad, si algo aprendí es que nuestro padre
celestial es un Dios de propósitos. Todo tiene una razón de ser, y nosotros
tenemos un propósito de estar acá. Quizás no todos somos elegidos para salvar
un país, o para ser inspirados en la invención de una vacuna para una
enfermedad, etc., no obstante si existe una misión para cada uno de nosotros.
Me
encantó este párrafo que me llegó anónimo por el internet: “Todos tenemos un
propósito, cada semilla, cada ave, animal, célula, y estrella tiene un
propósito por el cual existen”
Si aún
estás en esa búsqueda y sientes que no
has encontrado ese propósito, ten calma. Hay una frase circulando por las redes
sociales que me encanta dice algo parecido a esto “¿y si la vida no te exigía tanto, sólo se trataba de que fueses
feliz”
¿Cuál es el propósito de que estés aquí en este tiempo?
¡VIVIR! ese verbo que se lee tan rápido,
pero que es tan profundo, y que muchos de nosotros tenemos una idea errada
sobre lo que significa, creemos que se
trata de trabajar, dormir, comer, etc. De lo rutinario, de vivir para “trabajar
y luchar”. Nacer, crecer, quizás reproducirnos y morir… ¿eso es vida? Es más que respirar…
Te
invito a realizarte la siguiente pegunta ¿què significa para ti vivir?
Vivir
se trata de disfrutar al máximo de la creación de nuestro padre. Es deleitarse
intensamente el alma en cada momento, en cada etapa. Consiste en regocijarse,
sentir, gozar, de estar en el aquí y en
el ahora..
Desde
que somos recibidos por el amor de una madre, de una familia. Las primeras
ilusiones, el primer amor, primer beso, compartir con tus seres queridos, con
tus amigos, los juegos de la niñez, la adolescencia, excursiones, formar una
familia, nacimiento de un bebé, tantas
experiencias maravillosas y únicas.
Embelesarnos
con un amanecer, la luna llena o el sol desapareciendo en el horizonte.
Amar, reír, soñar y también llorar, experimentar alegrías
y tristezas.
¡Vivir es una grandiosa aventura!,
De eso
se trata “vivir”, y quizás surge la siguiente pregunta, ¿entonces todos tenemos la misma misión? Nuestro primer objetivo es
disfrutar, ser felices, ser nosotros mismos, ser plenos.
Sin
embargo cada quien viene con una misión particular, con un proceso de evolución
distinto, con talentos únicos. Ante Dios todos somos iguales, a nivel de amor
como hijos, sin embargo cada quien trae un equipaje completo y distinto para
dar lo mejor de si y desempeñar su rol.
Hay
quienes traen en ese equipaje talentos artísticos, otros por las matemáticas,
para la cocina, investigación, etc, son dones que les fueron dados para cumplir
su objetivo en este plano.
Muchos
autores indican que ese propósito está relacionado con lo que nos hace felices,
encontrarlo la te da felicidad y la alegría de vivir. Claro, pues cuando tienes
ese faro que te guía, sabes hacia donde te diriges te motivas, apasionas por
ello.
Sin
embargo a nivel espiritual, quiero
citar algunas palabras de la canalizadora colombiana Ana Mercedes Rueda ella comenta que la misión
es aquel aprendizaje importante que
debemos buscar recibir para nuestro crecimiento y evolución espiritual, lo que
venimos a experimentar o aprender atravesando diversas situaciones o circunstancias
que se presentan en el camino de nuestra existencia.
La
misión no sólo está relacionada con nuestras habilidades, y con lo que nos
gusta, pues no vamos a ser “come flor” y caernos a mentiras, en la vida en
ciertas ocasiones experimentamos circunstancias difíciles, tristezas,
decepciones, accidentes, fracasos etc. Cosas que nos desagradan pero que
debemos aceptar y superar para evolucionar, crecer, aprobar la prueba que la
vida te está colocando porque no es otra cosa que una preparación que contribuye a tu razón de estar aquí.
Las
personas que conoces en esta travesía tienen un por qué, cada escenario en el
que te desenvuelves también. A veces hacemos el papel de alumnos y en otras
oportunidades de maestros, es un proceso de aprendizaje continuo, ¿Qué me
aporta este trabajo o relación? Y debemos ser conscientes del aprendizaje para
avanzar.
¿Quién me dirá cuál es mi misión?
Bueno,
eso en primer lugar no te lo va a decir nadie, no hará falta que vayas donde un
adivino, psicólogo, ni tus jefes, ni tus padres, nadie te lo puede decir; eso
se descubre escuchando tu voz interior. En ti, en tu corazón radica la
respuesta.
Por eso
hago tanto hincapié en conectarnos con
nosotros mismos, en conocernos, en ser auténticos y fieles a nuestra esencia.
Es
cierto existen profesionales formados para guiar, orientar en procesos
personales; sin embargo la certeza la tendrás en tu interior.
Y una
vez que la sientas debes tener la valentía de seguir la voz de tu ama.
¿Cómo la consigo?
La única forma de encontrarla es viviendo, recorriendo tu
camino, en tu día a día, estando en el
presente. No hace falta que la busques ella se te revelará. Vas a recibir
señales, casualidades y eso resonará en tu ser.
¿Cuándo?
El tiempo de Dios es perfecto y eso sucederá cuando estés preparado, ni antes, ni
después.
Es por
eso debemos confiar, hay personas que pasan por etapas que son necesarias para prepararlos a lo que será su
misión, como si fuese una escuela en las que cursan varias materias y niveles.
Existe
un término muy de moda en estos últimos años denominado “sincronicidad”, la llaman la ciencia de las coincidencias significativas, de la
cual escribe Deepack Chopra, que en palabras sencillas es como un rompecabezas,
que a medida que vas andando en tu camino se va uniendo pieza por pieza hasta
que te das cuenta que todo tiene sentido.
Entiendo
de la sincronicidad, que todo está entrelazado
a través de una telaraña invisible, a través de señales, llamadas,
casualidades, personas, situaciones y siguiendo la voz de tu alma todo se
conecta, tiene un significado. Y llega el momento en el que vas a decir “esto es”.
Otro
aspecto importante es confiar en Dios,
fluir. Pues es en el “no fluir”
que nos damos golpes y tropiezos, por ejemplo se nos cierra una puerta y nos
quedamos allí viéndola, pensando en ella, hacemos hasta huelga de hambre y nos
encadenamos a las rejas, intentamos tumbarla; y lo que la vida está indicando que tal vez esa no es la puerta
indicada, sólo tienes que ver alrededor y te percatarás que existen otras más
beneficiosas para ti. O tal vez, sólo te está diciendo “no es el momento”.
Y sin
ir muy lejos, me tomo el atrevimiento de colocar el ejemplo de nuestro
venerable José Gregorio Hernández, el sintió su misión, el llamado en su
alma de servirle a Dios e intentó
ingresar al seminario, sin embargo no pudo. La vida le indicó que esa no era la
puerta, su misión evidentemente no consistía en ser sacerdote; tuvo que
fluir y encontró en su profesión de
médico y profesor universitario la forma
de servirle al prójimo y a nuestro padre todopoderoso de manera excepcional. Es
como dicen por allí “donde sea que Dios
te haya plantado: Florece”
No
fluir es como nadar contra la corriente, imagínate lo difícil que es eso. Todo
tiene una razón de ser en nuestro recorrido, lo que llamamos “fracaso” no es
otra cosa que una oportunidad de aprendizaje que necesitamos quizás
preparándonos para algo más grande. Por
ello es trascendental ser una persona optimista, que ve el lado bueno de cada
circunstancia, si algo no te favorece pregunta ¿cuál es el aprendizaje? Y si no
lo ves, no lo obtienes allí, no te preocupes la vida te la repetirá nuevamente con otros
protagonistas.
Otro
aspecto importante es el servicio que se presta a través de tu misión, preguntarte ¿cuál es la mejor manera en que puedo
servir a la humanidad?, pídele a Dios te muestre la forma, y te llegarán
las señales, la respuesta de como ser
útil a través de tus talentos, aprendizaje y vida. Es una forma de que tus
proyectos estén alineados y bendecidos con el plan divino, que tengas esa
capacidad y disposición de dar.
Entonces
para encontrarnos con nuestra misión de vida, autorealizarnos con nuestros
dones únicos es imprescindible lo siguiente:
·
Vivir a plenitud día a
día.
·
Conocernos
·
Escuchar nuestra voz
interior
·
Valentía y determinación
para seguir nuestra intuición
·
Fluir y confiar en Dios,
en tus capacidades y en la vida.
·
Aceptar, obtener el
aprendizaje.
·
Acción
Nuestra
misión nunca está directamente relacionada con obtener lo material, sino en
algo más maravilloso y sublime que es lograr
que tu corazón sonría, los deseos más
nobles de tu alma, siendo tú mismo, con honestidad contigo y ante la vida,
con tus talentos y todo lo demás vendrá por añadidura.
Hace
algunos meses recibí como mensaje esta frase “La vida es magia, La vida es magia”, y es cierto pero no de la
que hacen los brujos, o el Sr. Copperfield de las Vegas, sino el poder de creación que reside en
nosotros y que el universo apoya; si aún no se te ha revelado tu misión no te
preocupes, vive, goza, disfruta de tu existencia, en tu camino la encontrarás y
lo sabrás dentro de ti.
Lo
primero es aceptar como misión “amar la
vida”, con agradecimiento a Dios hazlo y verás que todo se convierte en una
aventura fascinante.
¡Disfruta!
¡Ámala! De ti depende hacerla bonita, “sé
digno(a) de vivir”, se te ha dado para que seas feliz, hay muchos que desearían tener la oportunidad
de aunque sea tener unos meses o un año más.
Ayer
estuve viendo en tv una entrevista a una animadora venezolana que viene de
atravesar una situación delicada de salud, y ella comentó algo que quiero
destacar: “la gente le decía que siempre había sido una mujer luchadora y
guerrera, en la circunstancias en las que se encontraba debía luchar, y ella se
dio cuenta que realmente lo que quiere es vivir”, su proceso de aprendizaje a
través de la enfermedad le reveló que vivir no es una lucha, sino que hay que
fluir, disfrutar de cada momento en el presente.
Y para
cerrar una expresión que le escuché a una canalizadora revela que la vida no se
nos dio para hacer, sino para “Ser”. Eso
es lo más importante, ser uno mismo, ser feliz, ser pleno, ser el hijo
predilecto de Dios.
El
tiempo es ahora, en el lugar, en la circunstancia en la que te encuentres, amar
tu vida debe ser prioridad, y vas a poder elegir lo que haga sonreír tu corazón,
lo que te permita “SER” en toda su expresión.
Bendiciones
Egleé
Yadira