En los primeros años de la infancia somos receptivos a todo lo
bonito, vamos conociendo nuestro entorno y es por ello que a los niños
les fascina lo que destaque como las flores, animalitos, un ejemplo de
ello son las mariposas, a ellos les encantan sus hermosos colores y
correr detrás de ellas etc. Sin embargo llega un momento en el que nos
hacemos adultos y dejamos de correr detràs de los grillos, nos olvidamos
de todo eso, nos llenamos de ocupaciones “importantes”, preocupaciones,
rutinas y surge como una desconexión con aquello que es sencillo pero
que en una etapa de nuestro existir nos llenó de tanta satisfacción.
Es por ello que mucho se habla de mantener vivo a nuestro niño interno,
que no es más que conservar en nosotros siendo adultos esas virtudes
propias de la infancia, como la curiosidad, alegría, creatividad,
ilusión y asombro por cada pequeña cosa pero que a la vez es tan
extraordinaria, eso que te llena el alma de un sentimiento maravilloso
llamado Felicidad . E.Y.F.M.
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